Párrafo 8.9
8.9 «El hombre vive sobre la corteza terráquea, una capa que forman millones de partículas de materia orgánica; es la muerte la que da la vida, un inmenso cementerio que demanda un destino trascendente que rescate hacia un nuevo arco iris los ojos de los muertos. Ésta es una exigencia, una demanda que no por estar escondida deja de ser inevitable».
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
La agricultura industrial ha convertido a la fotosíntesis en una esclava a su servicio, forzando su ritmo natural con fertilizantes, productos químicos de síntesis, maquinaria y riego. De este modo, obtener las calorías que proporciona un vegetal requiere la inyección de muchas kilocalorías de origen fósil, fruto de la transformación de la materia orgánica hace millones de años. Lo que nuestra cultura denomina agricultura moderna y desarrollada es en realidad una ruina desde el punto de vista de los balances energéticos. Mucho gasto para poco rendimiento.
Pero no sólo nos alimentamos de cadáveres, también los empleamos para calentarnos, para trasladarnos de un sitio a otro, para divertirnos… Y no somos conscientes del uso que le damos a ese inmenso cementerio orgánico ni de las consecuencias de tal uso.
¿Está empezando a reclamar otro uso este regalo de la Tierra?
Dentro de nuestra frágil y temblorosa existencia material, que se degrada con nosotros desde el instante que nacemos, podría existir un arco iris del cual el mundo no sabe nada. Espejo de una malla de intrincados mecanismos biológicos que representa una visión hermosa de la misteriosa arquitectura del ser humano. El equilibrio que se construye alrededor de todo lo vivo está basado en un cambio constante y un fluir de materia y energía, dirigidas a satisfacer unas determinadas necesidades. Si no es así, si nada cambia, será simplemente porque estemos muertos.
Pero, ¿cuáles son las necesidades esenciales de las personas en un mundo desarrollado?
Añade a tu lista
5 Comentarios
Entelequio
25 enero, 2015Un poco de ironía y un algo de qué importa y un apenas el rastro de qué querencia impía pidiendo sin palabras que nadie nunca diga qué fue lo que pudiera haber sido no dicho es lo que yo quisiera decir antes de irme allí de donde nunca debiera yo partirme, desgajarme del árbol que no sé si es de vida o nada más de ramas tiernas que sin pericia se extienden y bifurcan y parten por quién sabe cuántas o cuales vías que discurren mezclándose, enlazándose amigas, con otras vías muy otras, dispares y distintas, que sin saberlo envuelven en su maraña risas y lágrimas y cuentos y qué cuentas perdidas de rosarios rezados a solas y sin prisas adormeciendo dulces silencios que se esquivan al fragor de la lucha a que empuja la vida.
Mandrágora
26 enero, 2015Es difícil no coincidir con la exposición del Aventurero sobre el uso de la materia orgánica y su transformación, pero este párrafo me lleva a otro planteamiento.
«Es la muerte la que da la vida…», ¿se podría asemejar a cualquier impulso de búsqueda? ¿Hace falta morir en el intento para que surja otra creatividad que nos sorprenda? Cuando se insiste en la conciencia de cada acción llevada a cabo, cuando se insiste en la entrega y dejación del miedo en pos de la aventura, ¿no será para morir en vida y nacer en búsqueda de «ese nuevo arco iris»?, ¿no será ir enterrando lo conocido para propiciar un nuevo brote en lo desconocido? Me suena la sensación de llegar al límite y desde el umbral donde ya se da por perdido, el surgimiento de un nuevo escenario.
Me parece que en este caso lo material e inmaterial se dan de la mano.
Alta en el Cielo Azul un Ala
27 enero, 2015En realidad, todas las últimas investigaciones sobre la transformación de la materia viva indican que no hay corte entre lo inanimado y lo animado. En ese aparente lapso de tiempo sepulcral de todo lo vivo se ha descubierto que se reinicia continuamente la labor creadora de vida. Ya puede seguirse ese proceso a través de las nuevas formas de visualización y exploración subatómica. El proceso es pues un eterno y continuamente infinito morir para renacer, crecer, desarrollar, llegar al límite y retroceder. Siempre quedaran los sustratos esenciales que se transforman. Algunos investigadores comparan ese proceso con el de la actividad de los seres vivos en el descubrimiento de nuevos caminos de continuidad y proyección que nunca se detiene ni vuelve atrás.
Nuba
29 enero, 2015Ay autor de este libro,
Deberían saberlo todos
las células que se revelan y no mueren, son malignas..
Todos los días muere y nace vida nueva dentro de nosotros.
¿Pero qué pasa con la vida cuando muere? seguiría siendo vida, si algunas leyes se cumplieran, las leyes naturales.
Permítanme una carta a los Señores Jueces del Futuro, a los legisladores y gestores de esta «materia», mi materia muerta, por si alguno se animara a considerar mi ruego:
Hace tiempo que mi familia sabe mi negativa a ir a los cementerios.
Alguna vez, ya de mayor y sólo por acompañar he vuelto a presenciar el curioso espectáculo.
Señor Juez, Señores Ministros del futuro,
No podría dejar- ni muerta- que me empareden, no quisiera estar al lado de flores de plástico, no quisiera, que se tale ningún árbol para meterme dentro.
Uno no elige el lugar en el que nace, tampoco el momento ni la forma en que vendrá la dama negra a firmar por fin la paz con nuestro cuerpo.
Muchos sabemos que nos podemos morir ahora, en cualquier situación, muchos lo hemos vivido, un instante en que la ves tan clara como la luz del día. Suficiente para pensar como gestionar nuestro pobre pero aún nutritivo cuerpo.
Señor Juez yo quiero ser abono.
Pero no me dejan.
Quiero elegir donde van a descansar mi carne y mis huesos, si la diosa fortuna -y sólo ella- me lo permite.
Si no me llega la muerte donde jamás puedan encontrarme, entonces quiero la tierra, meterme en ella desnuda y, ahí, desintegrarme.
No quiero que me quemen, jamás permitiría que mi cuerpo se convierta en una nube tóxica, ni una molécula de metano, ni más CO2 del que ya expulso.
Siquiera muerta, quisiera poder dejar de contaminar el aire y el espacio.
Porque puede ser cierto que la muerte es la que da la vida, pero no siempre, no ahora. Ya no.
Ahora hay muchas muertes que originan mas muertes, y los ciclos de energía y materia no cuadran.
Señor Juez, legislen, para que deje de comerciarse con la muerte de los muertos.
Los tanatorios son horrorosos, anti estéticos y antinaturales, enfín, que no podría hacerme cliente de «santa lucía» ni de ninguna de esas empresas que lo facilitan todo.
Lo quiero así, con una pala, a los metros que sean necesarios, con piedras por encima…
Muchos, millones de seres antes que yo ya idearon las mejores formas de enterramiento. Las hay diversas y muy respetuosas, incluído el valiente «enterramiento en el cielo» de algunos pueblos».
Señores, seguro que han escuchado también esa bella flauta de pan ….
Por si acaso les conmoviera un poco, aquí se lo documento:
https://www.youtube.com/watch?v=6pmji_MAWC0
Pude despedirme de mi abuela en su cama, en su casa, el pasillo lleno de vecinas que acompañaban el duelo, consolaban a la familia, ayudaban con comida y bebida ese tránsito. Hablé con ella, nos despedimos, y era sólo un cuerpo allí, pero inundaba la habitación. Mi madre dice que si no voy al cementerio a verla ni a cambiarle las flores, jura que se me aparecerá. Y yo vivo con esa ilusión, nada me gustaría más que una visita de ella, ( seguro que seguiría diciendo que me peinara…).
Tal y como están las cosas ahora, no puedo dejarles el «muerto» a mis hijos..
Ellos no podrían cumplir con mi última voluntad.
Quisiera poder elegir el destino de mi cuerpo muerto, a mi conciencia.
Alta en el Cielo Azul un Ala
29 enero, 2015Estupendo declarativo NUBA, al menos yo lo comparto, seguro que otros también.
No hemos resuelto aún colectivamente ese tránsito/cambio de estado, tememos el encuentro, la transferencia, el aviso, el ejemplo previo carne de vivos frente a descarne de muertos.
Comparto lo tuyo.
Pero hay que buscar la fórmula de trascenderlo e incorporarlo.
Un abrazo