Párrafo 7.21

7.21 “Hay tres caminos posibles, ciertos y simultáneos, para llegar al arco que da paso a las praderas de la muerte malva. Hay tres velos que definen el mundo de la apariencia, hay tres miradas, cada una con siete colores que tejen, con hilos de hierro, cobre, sal, plata, oro, ceniza y viento, las tres Mayas. ¿Ay… cómo se puede mirar sin que el ojo construya una red en el iris del otro? Por cada mirada hay que desmirar mil visiones de alientos enterrados en pequeños escondrijos, porque cada mirada que tapa un rastro evita el mensaje de la transparencia”.

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

La muerte malva…
El malva es el último color de los siete que forman el espectro electromagnético que somos capaces de percibir. Cuando el malva muere, no vemos, pero la realidad no deja de existir.

Construimos el mundo a través de nuestra mirada, aunque la realidad es mucho más amplia de lo que nuestros 5 sentidos nos dicen, o tal vez siete.
El mundo aparente está tejido sobre tres velos y parece que tenemos muchos ingredientes para bordar. El autor nos dice que siete por tres. Es como si nos hablara de una suerte de alquimia que usamos para construir el mundo y bordarlo sobre 3 velos. ¿Con qué están relacionados los 7 elementos de los que nos habla? ¿Son esos tres velos los caminos de lo sensible, de lo emocional y de lo mental? ¿Será la profundización y la búsqueda de lo esencial en esos tres caminos lo que nos lleve a la frontera de la realidad, más allá de la apariencia? ¿Cómo podemos ir más allá de nuestros sentidos? ¿Recorriendo lo emocional y lo mental al mismo tiempo que utilizamos los sentidos de forma correcta?

Aunque las arañas hacen geometrías preciosas no podemos construir telas que atrapen al mundo y a los demás, porque esto sería todo lo contrario a bordar paisajes con hilos de plata y oro.
¿Será una mirada limpia y triple la que nos acerque a lo que no comprendemos todavía, a lo que no podemos analizar, a esa frontera de nuestra mente, en la que se atisba la transparencia?

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2 Comentarios

  1. Mandrágora
    9 octubre, 2014

    Nuevamente nos encontramos con un texto difícil de desgranar aunque familiar en sus conceptos. Se vuelve a hablar de los tres caminos, de las tres opciones simultáneas ―supongo que en los tres planos―, la representación de lo que el autor cita frecuentemente como la Trimurti o los tres símbolos o atributos que se representan en la naturaleza y que son impulsores de toda evolución, en definitiva, caminos necesarios que capacitan a todo ser humano la llegada «a las praderas de la muerte malva».

    También se ha reflejado en otros mensajes del citado libro la necesidad, en todo aquel que se precie de ser buscador, de limpiar, clarificar y adquirir la conciencia y el discernimiento necesario para acceder a otro cambio de estado, a otra realidad, «a la muerte malva». Y es de observar cómo desde antiguo se daba en los diferentes rituales de iniciación, una ascesis, un desarrollo y una capacidad de encuentro que desembocaba en esos procesos de «muerte» para posteriormente nacer a otro estadio.

    Y mientras, lo aparencial, donde se anidan y dan cobijo los guardianes de la inseguridad y el miedo, mientras, se enseñorea y se hace dueño de todo un mundo de ficciones y engaños que hace difícil hurtarlo de la mirada. Es el iris, que recoge nuestros actos, nuestro sentir, nuestro pensar, donde proyectamos, donde nos delatamos fehacientemente ante el otro como algo inevitable, porque la transparencia, por mucho que se quiera, no se puede manipular. Hará falta realizar el recorrido de los caminos certeros que iluminen los escondrijos para poder transformar lo que nos rodea.

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  2. Rafa
    11 octubre, 2014

    Uno de los medios principales por el cual el hombre llega a comprender esa gran totalidad llamada Macrocosmos Dios, actuando mediante un sistema solar es comprender por sí mismo el mandato délfico “Hombre, conócete a ti mismo”, anunciado inspirado, destinado a dar al hombre la clave del misterio de la deidad.

    Mediante la Ley de Analogía o Correspondencia, los procesos cósmicos y la naturaleza de los principios cósmicos se manifiestan en las funciones, estructura y características de un ser humano.

    La comprensión de esa triplicidad espíritu, alma y cuerpo, está más allá del alcance del hombre, pero puede tenerse una idea de su relación general, si se lo considera desde el punto de vista físico y de su funcionamiento.

    Tres aspectos del organismo del hombre son símbolos, y sólo símbolos de los tres aspectos del ser.

    Espíritu, Alma y Cuerpo

    Tres Organos, dentro del cuerpo, Cerebro, Corazón y Pulmones,

    No obstante, cuando la trinidad en que diferenciamos a Dios se emplee universalmente y durante épocas, y cuando todos los pueblos antiguos y modernos empleen la misma triplicidad de ideas para expresar el conocimiento, entonces se justificará su empleo.

    Quizás algún día podamos pensar y expresar la verdad en forma diferente, pero para el hombre de hoy los términos espíritu, alma y cuerpo, representan el cúmulo de la manifestación divina, tanto en la deidad del universo como en esa divinidad menor, el hombre mismo.

    La simbologia del tres planos con los que contamos (caminos), define el mundo de tierra, de aire y de espacio, y juega con 7 colores, 7 notas musicales, custodiadas por siete arcángeles

    El hierro (Lucifer, mirada a través de la luz de hierro), el cobre ( el mejor conductor conocido), La Sal ( símbolo de las memorias pasivas que tenemos que borrar), La Plata y el Oro, (El Sol y La Luna), La Ceniza (producto de nuestra combustión interna), y el viento para llevarla hasta el último rincón.

    Un abraz0

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