Párrafo 6.28
6.28 “Enfermedad, duda, pereza, deseo, inseguridad, fracaso y redención son las siete luces negras que barre el pranayama, son remansos de fango que enturbian la sangre, transformando la memoria en peso, el entendimiento en complicidad y la voluntad en egocentrismo”.
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Vivimos en una sociedad muy densa, en la que el tiempo pasa rápido pero nuestras vidas son muy lentas. Estructurada en su mayor parte en base a relaciones de complicidad, de intereses, de “me compensa” o no “me compensa”… relaciones casi mercantilistas. Nuestra sociedad es exacerbadamente individualista, hasta el punto de que la gente se siente “sola”. Sola en una ciudad de 5 millones de personas, sola en un planeta con 7.000 millones de seres humanos.
Estamos establecidos en la densidad, en la complicidad y en el egocentrismo.
¿Podemos revertir este estado de cosas, este estado del individuo?
A lo largo de un año de nuestra vida pasamos por un montón de estados físicos y emocionales, de enfermedad, de duda, de pereza, de deseo, de inseguridad y de fracaso… y no sólo a lo largo de un año, si no en el transcurso de un mes, de una semana, de un día… de una hora, y si seguimos observando con mucha más atención, tal vez cada respiración que hacemos pasa por todos estos estados. De esto nos está hablando el autor. Nuestra respiración es un reflejo de nosotros mismos. Y es además una herramienta.
“La gravedad es la raíz de la liviandad”… el pensamiento complejo, el juego inseparable de antagonismos nos puede dar muchas claves.
Seguramente, que “barriendo” estos estados y transformándolos en sus antagónicos consigamos transformarnos nosotros, la sociedad y el mundo.
Peso, complicidad y egocentrismo convertidos en impulso, libertad y entrega.
5 Comentarios
Nuba
2 marzo, 2014Respirar!
Ay madrecita del amor hermoso!,
Un tiemblo, un mareo, sacudidas, ciclónes…
Respiras,
para sentir poco a poco, mucho a mucho,
ese vapor de agua que va aspirando,
desasiendo, limpiando, violento, implacable si le dejas.
Y le dejas y duele
Ese dolor hermoso, catársis bendita que te lleva de vuelta
A tí. Contigo
Y respiras ruído
el mar que golpea las paredes del vaso de los vasos
y el corazón, se escucha!
bravo, enérgico
llevando borbotones de luz a tus cruces negras
y te quieres morir!
Que la música vuelva
sentir el ritmo conocido,
el arpegio de las cuerdas al aire de tu brisa.
Entonces rezas, juntas las manos y aparece la Fé
ya no estás, ya pasó.
Pasaste al silencio
La estancia más bella entre las bellas
Y ese silencio que llega, cura.
Y corres de alegría,
llega la magia,
la risa
Vuelve el río a cantar!
Es inmenso el poder del encuentro
Las manos de paz
Y los abrazos.
Tu espejo en el otro y el otro en el tuyo.
Viajes en la Fé con parada en la Paz».
Y la esperanza-lluvia que acompaña al viajero
hace mas ancho el río.
Ese río-Frontera que sonríe y da palmas
https://www.youtube.com/watch?v=eU2IpZoTMdE&feature=kp
Esta es la memoria que no pesa, la que da alas.
(Un beso a los aventureros y a ese dibujo en el que sobran mis palabras)
recipiente
escucha del ritmo de los ritmos,
saberse fragil en la fortaleza, material voluble, cuerpo recipiente de una gran tierra
Se siente ese río ancho , abierto
que has dejado que inunde cada cachito de miedo, de duda, de pena, de pérdida.
La enfermedad transitoria es la llamada del cuerpo al enderezo
La soledad, un sentimiento ficticio e imaginado que grita que corras al encuentro.
Sinó, la soledá es divina, necesaria para que salga el alma a
decirte cuatro cosas.
La soleá es el lamento hecho música celestial
Atila
5 marzo, 2014Y estamos en una época en que las buenas formas no están de moda, por ejemplo escuchar sin interrumpir y si es necesario gritamos para ser escuchados para así imponer nuestro criterio sin ningún respeto a los que no están de acuerdo, una pena porque nos quedamos solos con nuestras dudad, enfermedades, pereza, inseguridad etc. que como telas de araña se van apoderando de nosotros, echamos nuestras desgracias a otros, no podemos al mismo tiempo estar solos y nos embarullamos con gente que tampoco quiere estar en soledad y así seguimos frustrados.
No sabemos ponernos en lugar del otro y le decimos: «pues en cambio yo…» no queremos tristezas y escapamos del que esta triste, del pobre, del fracasado que quizás no es tan fracasado y sin embargo aprovecha esa experiencia para crecer. Y oímos continuamente el yo, yo y el mi mi, y entonces el ego cada vez mas grande nos acaba de comer junto con las telas de araña.
Y cuando alguien da sin recibir nada a cambio decimos que no vive en la realidad o que es un ingenuo sin darnos cuenta que se esta entregando al universo.
Ari guari-guari popoó. Mushuringá
5 marzo, 2014Me ha gustado mucho eso del «sexo mensaje sentido», que no sé si era realmente así, pero me gusta más que así lo sea.
Verdad es que esas siete lunas nos tienen encandilados nocturna y diariamente, pero también nos iluminan, nos atraen , nos modifican según les vaya a ellas. Digo yo que también habrá influencias positivas entre tantas emisiones influyentes, aunque el autor haga la elucubración simbólica. Transformar la voluntad en egocentrismo, esa sí que funciona, y no quiero mirar a nadie.
Beucis
6 marzo, 2014Son siete los kyrios que portan la luz, jinetes que cabalgan desde antes del tiempo ofreciéndonos la iluminación. Pero nosotros sujetos al tiempo y al espacio, nos movemos en la dualidad, en el más y el menos; apostamos por la elección; apostamos por la luz, pero caemos en la luz negra que embarra el pranayama.
Desde la sangre enturbiada. Desde la memoria, el entendimiento y la voluntad, instrumentos de nuestra evolución, entorpecidos por nuestras posibilidades precarias, asoma un canto a la esperanza: esto es así; el diagnóstico es claro; estoy como estoy. Pero la fe me tiende un puente, arco de Iris, pacto con los dioses, para renovar el pranayama y convertirlo en impulso de evolución que transformará el deseo en amor.
Y desde la flor del oro, como nos cantan en Bodas de Sangre, desde el Monte Merú, nuestro centro de personalidad, abrirnos al amor y caminar hacia él.
Mandrágora
7 marzo, 2014Redención. Siempre pensé que era el premio, el broche de oro a un trabajo bien hecho; «el veredicto» a esas leyes venidas desde un orden superior que nos marcan el camino y hacen ver que la vida es la herramienta, el medio, el escenario puesto a nuestra disposición para dar posibilidad a convertirse en seres superiores; el trabajo diario de cada uno desde su punto de partida, con esos «remansos de fango» traídos de antes que nos da esa peculiaridad individual ya desde el nacimiento, para luego adquirir todo un mundo de posibilidades que están a la espera de su logro para transformar el mundo, más allá de leyes escritas y normas establecidas por hombres cargados de deudas a transformar. Hay que saber matizar a qué «amo» se obedece y a qué leyes se somete para lograr esa libertad que sólo uno es capaz de reconocer. El escenario está servido: una sociedad marcada por normas creadas a la baja y de corta mirada, pero con todos los ingredientes y espejos evidenciando las máscaras en donde ocultarse. Es la fuerza de la fe, la confianza y la convicción las que impulsan a otras miradas, más allá del no entendimiento y aceptación que el orden predeterminado nos impone y, las más de las veces, confunde. De cada uno depende el escuchar su llamada interior, cada vez más nítida y más clara según se ejercita, y descubrir la coherencia singular de cada uno, reconocida a través de la amplitud, el bienestar y fortaleza adquirida.