Párrafo 6.21
6.21 «Cuando los indios nómadas americanos fumaban la llamada pipa de la paz, no estaban realizando una simple ceremonia; los viejos de la tribu, los consejeros y los jefes se reunían en círculo y se iban pasando la pipa, reteniendo el aire en la parte superior de la curva respiratoria, en el punto dominado según los kuretes por el cuarto rayo, en el centro del deseo según las leyes elementales del pranayama. Con este simple ritual sólo pretendían relegar sus propios intereses ante las decisiones que pudieran influir en el desarrollo de toda la comunidad. Éste, o cualquier otro ejemplo, se podría entender como una sucesión de trucos que se realizan como rituales para dominar la conducta, pero cabría pensar que una sucesión de procedimientos puestos al servicio de la consciencia en busca de la aventura podrían facilitar la renuncia a una conducta aprisionada por un modelo de vida que propone al hombre como una casualidad condenada a morir».
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Quizás alguno de aquellos viejos de la tribu supo, desde el principio, de qué modo y en qué postura había que respirar mientras fumaba esa pipa, para poder experimentar todos sus efectos beneficiosos.
Los historiadores acostumbran a relatarnos las epopeyas de los pueblos como si sus personajes más destacados fueran los reyes o caudillos guerreros que les condujeron a tales o cuales victorias; y como si todos los demás no fueran más que la muchedumbre inculta que le seguía. Así tienden a olvidar que, en muchas ocasiones, la Historia no la han impulsado los más fuertes sino los más sabios. ¿En qué escuelas aprendían esos sabios? ¿Cómo se formaban? ¿Cómo ayudaban a sus pueblos, a la humanidad? Eso forma parte de la intrahistoria que rara vez es alumbrada por los focos de los historiadores.
¿Sería posible imaginar que una de tales escuelas, receptoras de una sabiduría ancestral, hubiera originado, o quizás únicamente le hubiera dado forma, a una serie de procedimientos que pudiesen orientar el desarrollo de la consciencia hacia la aventura que sugiere el autor?
Parece evidente que el modelo de vida que impera en nuestra sociedad “propone al hombre como una casualidad condenada a morir”. Eso nos dice la ciencia desde su particular óptica y es lo que aprovechan los políticos y las empresas, estimulando el consumo desenfrenado como forma de “disfrutar” la vida. Pero no hay ninguna prueba de que estemos aquí por casualidad ni de que la muerte sea el fin. Se trata solo de una hipótesis. Tan válida como la contraria.
¿Y si resultase que, más allá de lo que se crea o se deje de creer en la sociedad, nuestra vida sí tuviera un sentido, aunque no lo llegásemos a conocer nunca?
En ese caso, quizás la propia vida se encargaría de darnos pistas o de ponernos delante de oportunidades para irnos acercando a vivirla mejor. Quizás esa sabiduría ancestral no haya quedado recluida en ninguna cueva y haya sido esparcida por el aire para que, si nos lo proponemos, podamos irla respirando.
6 Comentarios
Ipso-Facto
12 enero, 2014Me gusta. Lo cierto es que aquellos indígenas guerreros, no sólo para defenderse del blanquito tostado, buscaban a veces compartir la dichosa pipa en bien de la humanidad que iba quedando. Lo malo es que ahora, a base de cigarrito entre los dedos no hay forma, porque ya te vienen anunciando que la puedes palmar de un tabacazo continuado, y la gente se ha acostumbrfado a darle al cigarrín a velocidad de vértigo y sin detenerse a pensar que hacer con el dichoso humo blanco. Peor lo tienen los padres de la patria, sea en el parlamento que sea, que ni siquiera los dejan fumar, faltaría más, que ya bastantes intoxicaciones tienen. Nos quedan los cafés de esquina, antiguas tolderías de compartir el asunto y llegar a conclusiones. Oh, aquellos tertulianos de antaño que hablaban y fumaban en pipa al mismo tiempo, y un humo denso y oloroso frecuentaba sus gargantas supinas para luego regodearse entre sonetos y descripciones mientrsa ascendía hacia los techos del local arrastrando pensamientos y convicciones.
Aquella
14 enero, 2014Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes? UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: «Yo soy porque nosotros somos.»
Felicidades y Ubuntu para el año 2014 (Cuento Africano)
Alicia (o Afrodita, que da igual)
14 enero, 2014Un cuento precioso, gracias por traerlo aquí.
Parece no querernos entrar en la cabeza que sólo seremos felices cuando todos los demás lo sean.
En una especie de cadena, como estos niños, y la felicidad trasmitiéndose de una mano a la siguiente.
Sería maravilloso el conseguirlo.
Beucis
16 enero, 2014Nada hay quieto, estable, para siempre. Todos los mensajes que tenemos inscritos en nuestra piel, en nuestra sangre, en nuestros pulmones, están ahí, cierto, desde siempre; pero yo creo que no para siempre. De ahí la grandeza del ser humano: desde nuestra limitación podemos y debemos soñar con nuestra infinitud, Tenemos mensajes, caminos por descubrir, líneas de estrellas, de constelaciones, mapas, mundos que son nuestros, que nos pertenecen. También agujeros negros, densidades, pecados, que hay que limpiar, que se tienen que redimir. Somos un lienzo con hilos que se entrecruzan desde siempre, pero el dibujo, la puntada, el color, nos pertenece y en nosotros está el poder y la libertad de modificar y mejorar el tema; también de estropearlo.
Posturas, respiraciones, actitudes, rectifican y desplazan al ego y la esperanza, la espera del yo ocupa lentamente espacios. Ponernos de rodillas, postrarnos acercándonos a la tierra, a lo real, al espacio del rey. Repetir varias veces al día, una inclinación, un besar la tierra, el humus, humillándose. Mover el cuerpo acompasadamente, la cabeza, moviendo meridianos de energía. De pie; con reverencias; con las palmas de las manos abiertas; con las palmas de la manos unidas; brazos extendidos en horizontal, en forma de cruz que desplazamos hacia la vertical, buscando el plano de aire, lo espiritual. Todo ello se repite a lo largo del tiempo en todos los espacios y con actitudes que pueden romper los límites que nos aprisionan. Todo nos sigue y todo se consigue a lo largo de nuestra vida, si el rayo del deseo se transforma y busca el amor.
Si hacemos conscientemente lo que los indios convocaban cuando fumaban y querían pausas para la paz, estaremos desplazando nuestro ego y nuestro deseo y atisbando rayos de amor. Nuestra muerte, aceptada, dará paso a una esperanza de vida; a una evolución.
Mandrágora
16 enero, 2014La toma de conciencia de las posibilidades que todo ser humano tiene para alcanzar cotas de gloria superiores parece ya más que evidente; otra cosa es el cuestionamiento del modelo.
Tan necesario parece desquitarse de los miedos que subyacen en cada interior como relativizar y cuestionar el porqué de lo que hacemos. Ese dar por supuesto todo aquello que ya nos fluye porque siempre se ha hecho así, esa lógica aparente que nos confabula a todos y nos permite ser juzgadores de cuanto acontece y todas las bondades que se aceptan sin más simplemente porque no se imagina otra forma de hacer, parece ser tan limitativo como las cárceles prefabricadas por uno mismo.
Entiendo estar en el modelo pero sin sujeciones. Es profundizar y ahondar en ello para luego ser capaz de transformarlo: primero se asume para luego saber qué se cuestiona. La continuidad en el tiempo de un mismo actuar eclipsa las posibilidades de generar sorpresa en uno mismo. No hay verdades estables. Una idea no puede permanecer sine die porque va contra natura, y esa capacidad de continuo desmontaje parece que es mecanismo necesario para acceder a nuevos matices que de otra manera no es posible ver. Cuanta menos estanqueidad más elevación, por lo tanto el modelo en sí es válido como proceso transitorio, y este debe ser llamado a tantos cambios como situaciones cambiantes pueda haber. Con lo cual me llevaría a la pregunta obligada: ¿Debe existir el modelo? Y si debe, ¿hasta cuándo y en qué medida?
Rafa
18 enero, 2014Cuando los indios nómadas, (por tanto viajeros) de las tribus norteamericanas, fumaban la pipa de la paz, probablemente no eran conscientes de que el cuarto rayo es, ante todo, la Energía del Conflicto, de la lucha,
Desde el mismo momento en que existen fuerzas opuestas se crea la oposición y el conflicto, y es precisamente el resultado de este conflicto lo que hace que la vida y la evolución nunca se detengan.
Y que los kuretes, (en la biblia, probablemente llamados querubines) eran los qustodios del cuarto rayo, (la llama blanca), también símbolo de lo inmaculado lo puro;
sin embargo estos nómadas con su disposición de entrega, estaban facilitando la renuncia a una conducta aprisionada, que impide al hombre la trascendencia de su estado.
Un saludo