Párrafo 5.12
5.12 «La resignación vestida de consumo y la depresión encuadernada en el retrete de la memoria son dos de los códigos invisibles en los que se sustenta el modelo intrascendente de la supervivencia. Cuando se vive justificando la pasividad, nace como necesidad mental la sensación de que el tiempo no pare; para ello se alargan sensitivamente los ritmos y te ves metido en la esfera de un reloj, corriendo delante de las agujas».
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha establecido una peculiar relación con el tiempo. Es la causa directa de la búsqueda del más allá, y sus múltiples respuestas dan lugar a la presencia de las religiones a lo largo de todo el planeta y en todo momento.
Entendido como el hilo trasparente que une el nacimiento y la muerte de todos los seres vivos, se establece como una función básica y única en la vida misma de toda individualidad, aunque su consciencia solo puede ser apreciada desde la especie humana.
La relación entre el tiempo y el hombre fue profusamente estudiada en la corriente filosófica de la fenomenología, cuya aseveración de la elasticidad subjetiva de su vivencia, supone que el vínculo que se establece con él es estrictamente individual, aunque adopte las formas comunes de cualquier colectivo humano.
Si anteriormente al tiempo lo posicionábamos por “encima” de la existencia humana, en algo así como una fuerza imprevisible y súbita que en cualquier momento pudiera hacernos llegar a la muerte, desde que la ciencia está experimentando y avanzando en relación con la vida como fenómeno biológico, y la salud como fin está al alcance de muchas personas, en la actualidad el tiempo lo podemos situar “detrás” de la vida humana.
Es decir, el hombre siente que el tiempo le persigue, y una vida basada en la intrascendente supervivencia a partir de la renuncia de su íntima faceta espiritual, y el olvido del destino que le impulsó a nacer, da lugar a que el recorrido a realizar carezca de aventura, y haya una nueva necesidad surgida del espectáculo de la indolencia en el que estamos inmersos.
La farsa de la inmortalidad en el centro del coro en el que las sociedades modernas se mueven, han conducido a que un eje secundario de la inmensa maquinaria cósmica se haya convertido contra su voluntad en el protagonista vital del ser humano. La ansiedad por que el tiempo no te atrape en sus garras, así como la depresión como consecuencia de la evidencia quimérica de este propósito, es la noria en la que inevitablemente los dogmas te tienen reservado una bonita plaza en la que solo se verá girar el paisaje a tu alrededor.
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12 Comentarios
Trenzayluz
28 abril, 2013…Veíale caminar por detrás con los hombros agachados como sosteniendo un peso invisible que solamente él sabía en toda su extensión. Su paso disfrazábalo con aires de vibrante vitalidad ansiosa, determinando cada momento la pauta a seguir por el inestable, inseguro… camino espiralizado; mientras, nubarrones ondeaban por encima de nuestras cabezas, dejándonos una rotunda duda de descarga de trozos de hielo; claro en épocas muy anteriores a las suyas, cuando todavía no había comenzado a escribirse el tiempo en otros lares muy lejanos, los Gigantes de la Escarcha, del invierno oscuro y frio, se habían elegido los enemigos únicos de los Dioses que bordeaban fuera de la frontera de la consciencia; Dioses que solo tenían como armas lo sagrado del néctar que bebían con sus pieles y la lealtad de proteger sus espacios sagrados. En humanos, el tiempo se midió con los espacios de sombra y de luz en determinados puntos geográficos, sin manecillas, y que hoy llamamos «relojes»
…Y es que sus palabras que me volaban hasta la nuca y sentíalas como ráfagas mientras caminábamos, iban moviendo mi tiempo a las velocidades vertiginosas de las chispas, señalándome otro ritmo; otra interacción con el tiempo, con la vida.
…Así le contemplaba dándome la vuelta repitiéndome a mí misma: «mantente solidaria con él, sigue sus mismos aires, no te pierdas de su vista; no habrá falta» como me decían los antiguos chinos; teniendo preparada mi capa para recoger su cuerpo al abrigo de un tiempo construido como indeseable.
Nuba
28 abril, 2013LLevamos varias semanas reflexionando acerca del sufrimiento, de emociones como dolor y placer, de la relación de éstos con nuestra percepción del tiempo, de las realidades e irrealidades nombradas de una determinada manera, según cada cual.
Un grupo de grandes pensadores que se reunían a discutir del cerebro publicamente, cita a William James, al que seguro que muchos de vosotros quizás conozcáis. Al parecer este señor se preguntó algo muy importante:
Si un oso llega de repente a nuestro lado y sentimos toda esa batería de distress orgánico ( taquicardia, sudor, parálisis, terror) qué ocurre primero,¿ el sentimiento de miedo, terror, etc y es después cuando sentimos los cambios en nuestro cuerpo, o por el contrario los cambios en el cuerpo ocurren primero y entonces sentimos miedo ? Parece que ocurre lo segundo.
Sé que en este texto no hablamos de miedo, hablamos de sufrimiento.
Pero miedo, sufrimiento y placer son emociones. Un gran grupo de emociones que ocasiona otras muchas a las que adjetivamos de muchas maneras. Para ser precisos con los términos, un «Programa de acción»-que el cerebro en consonancia con el cuerpo (cabeza es parte) desencadena- origina dos tipos de acciones:
CONDUCTA; encaminada a satisfacer necesidades; hambre, sed, líbido, pero también exploración , aprendizaje, juego.. y
EMOCION; miedo, angustia, alegría, rabia, pena, orgullo, admiración, compasión..
El cuerpo procesa esas emociones a través de la primera percepción, la que desencadena el programa, que por supuesto puede ser percibida en el instante a través de los sensores externos- sentidos-, de los internos,-los que perciben las estructuras internas- o evocados, de ahí la importancia de la memoria (y los distintos tipos de memoria) en la percepción y la emoción.
Entonces, el resultado, con todas las respuestas del cuerpo, vuelve a ser recogido por el sistema nervioso central que elabora un SENTIMIENTO.
Esta respuesta puede ser consciente, pero también, parece que la mayoría de las veces, es inconsciente ( como explica Damasio en «Nature of feelings», Nature Rev. Neuroscience January 2013)
El sufrimiento sería uno de esos clásicos sentimientos producido en respuesta a conductas muy diferentes que a su vez generan su batería de emociones. Se perciba o no como dolor físico, puesto que éste es a su vez una respuesta corporal a ese sentimiento. Conocido el circuito, creo que lo que nos falta es romperlo, abrirlo para que no siga dando vueltas.
Esa podría ser la esfera del reloj, con cada aguja en la que se marcan siempre los mismos circuitos, de la que habla el autor en sus prólogos a las cartas y que menciona de nuevo en este mensaje. Este tiempo es inventado pero lo hacemos tan real que a veces pareciera que nos pertenece.
Entiendo lo de borrar los rastros no como un olvido de estos caminos andados una y otra vez, porque en ellos también se han generado otras memorias necesarias para el aprendizaje del mundo- con el mundo y con nosotros-, sino como una profunda limpieza que conlleva un conocimiento de la andadura por ellos para después enterrarlos.
Creo como muchos otros que la incapacidad de experimentar placer; risa, alegría, compromiso, entrega voluntaria, disfrute de las pequeñas cosas es también una forma de sufrimiento. Tenemos aún infinitos espacios por los que aventurarnos y en ellos no se ha escrito el tiempo (o sí pero habrá que ir para sentir el ritmo).
Nuba
29 abril, 2013Aventurero,
confieso que cuando preparé mi comentario, no me había dado tiempo de leer los vuestros.
Cuando digo este es el reloj, como metáfora de los circuitos espaciales por donde «viajan las emociones» no estaba siendo sino metafórica ( risas).
Leído tu comentario, precioso, lúcido! en el que te posicionas mirando al tiempo por delante y por detrás, me parece tan real y reveladora la asociación que haces con respecto a la ansiedad y la depresión y tu visionado del círculo de los caminos sin salida que me apetecía felicitarte. Eso es todo.
Mandrágora
29 abril, 2013Y entiendo, como contrapartida, vivir con intensidad conllevaría saborear cada secuencia tal que el tiempo fuera desvaneciéndose, iría perdiendo presencia en favor de lo que se instala en modo presente, logrando sentir una pequeña porción como una inmensidad, con todas sus particularidades y su colorido; sentir que la velocidad de lo que acontece se rige por otros parámetros no acotables, y lograr acoplarse haciendo que todo fluya como un engranaje tan bien sincronizado que sólo cabe participar, no controlar: ser observador y partícipe de uno mismo, no director; no rige, no dirige, se acopla, se integra, se ensambla. Libre de razones y entregado a la capacidad de sorpresa, el tiempo deja de tener validez para entrar en otra dimensión.
Probablemente una de las claves sea parar el pensamiento.
Afrodita (aunque no se me note)
29 abril, 2013Por tan poco amable como ando, quiero decir.
Me explico:
Me ha gustado eso de “la salud como fin”, quiero decir que me ha puesto los pelos de punta porque es algo que me parece del todo aterrador: vivir para velar por la salud y atender a que no le falte al cuerpo, para que el cuerpo siga tirando de una vida sin saber ni para qué, ni por qué la quiere, ni qué hacer con ella.
La mayoría de las vidas, o es que soy muy pesimista (que lo soy), son tan sólo un aferrarse a una maldición que se soporta gruñendo y protestando, pero de la que no se quiere que llegue a su fin. Una especie de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
Y no es que una pretenda que haya que desear la muerte (la propia, me refiero), pero menos deseable que el morir es vivir esclavizado por la vida, y sin vivirla (que resulta chungo); sin vivirla porque no queda tiempo para ello porque todas las energías se emplean en conservarla y prolongarla… ¿para qué?
A veces dan ganas — que sería una tomada por loca, y quizás es loca — de zarandear a los jóvenes (bueno, esos por lo menos no se preocupan de la salud o no de momento, tan ocupados en beberse, a veces literalmente, la vida a puñaos), y a los viejos, tan con tanta frecuencia ceñudos y descontentos no se sabe de qué ni, si alguna vez lucieron gesto amable, qué los tenía contentos; y a las amas de casa, ansiosas por llenar de comida los carros para alimentar esposo y prole que subsisten, lo mismo que ella, sin más objeto que sobrevivir; y a los ejecutivos estresados, y a todo ser vivo de esos que se llaman “racionales” que se cruza una por la calle. Zarandearlos a todos preguntando para qué quieres tu vida…
Responderían pues idiota para ir de crucero el próximo verano, o para operarme el busto o la nariz o quitarme las arrugas, o para comprar un tresillo nuevo, o para cambiar los azulejos de la cocina, o para ser “feliz” que suele consistir (horror de horrores) en darle gusto al cuerpo porque, para un gran número de mortales “yo soy mi cuerpo”.
Aquí me paro, que como que no puedo más…
Afrodita (aunque no se me note)
29 abril, 2013Ha salido triplicado y no he hecho nada para que ocurra así.
Y lo del entre paréntesis junto al nombre va exactamente por el nombre y qué representa. Que no por mi persona, naturalmente.
Envio y a ver cuántas veces sale, que hay días que parece que todo anda revuelto.
Atila
1 mayo, 2013Pase una larga temporada enferma, no quería visitas, ni leer, menos ver la T.V, ni ordenador. Solamente estar en cama a oscuras, con los ojos cerrados, hasta coger la botella de a agua para llenar el vaso era un esfuerzo.
-¡Cuanto tiempo perdido con todo lo que podía hacer!
Sin embargo la cabeza estaba muy activa y se me ocurrían miles de cosas, miles de recuerdos afloraban, la vida es como un puzle, al final todas las piezas van encajando.
Sin saber porque me acorde de unos vecinos que antes de yo nacer se hicieron muy amigos de mis padres, aunque eran bastante mayores que ellos ya eran muy amigos, tanto que pasaron a ser parte de la familia, me acordaba cuando llegaban las Navidades comíamos y cenábamos juntos en todas las festividades mientras en la cocina emborrachaban a los pavos para que estuvieran mas jugosos y a mi me daba mucha pena verlos tropezándose con todo y de pronto salio mi niñez, era como una pelicula siempre con orzuelos, conjuntivitis y dolores tremendos de oídos.
Cuando me empecé a sentir mejor le mande a una amiga que no vive en Madrid unos cuantos capítulos pues como nos conocimos a los cinco años y siempre duro la amistad aunque en casi nada estábamos de acuerdo, y a pesar de todo nos queremos muchisimo. Me llamo enseguida para decirme que se había pasado la noche llorando, cosa rarisima en ella y que no podía pensar en otra cosa porque a su vez le salio su infancia, pero que le vino estupendo.
Hacia cuatro meses que empecé el relato después de tantos años me llene de orzuelos, conjuntivitis y se me perforo el oído después de fuertes dolores, no caí en la cuenta hasta la semana pasada e inmediatamente se acabaron mis dolencias. ¿Seria que el retrete de mi cerebro por fin se vació? Pues no lo se.
Afrodita
2 mayo, 2013Ay que sufro y que me duele del alma hasta los pinreles y la cabeza y los codos de clavarlos por si puede entrarme a mí en mi sesera qué es lo que busca el que pide ser feliz sin que le cueste intentarlo sin que importe el precio que ello requiere.
Ay que sufro, mucho mucho, y me retuerzo las mientes y las manos preguntando dónde encontraré qué tienen de dolorosa la vida y de doloso el presente que nos presenta la pifia que es el vivir con el siempre lamento que va parejo con no alcanzar qué se quiere.
Ay que sufro y que me duelo y me huele a mí que tiene el padecer sus arraigos en estar siendo rehenes de apremios y de premuras y de angustias y quereres y de deseos incumplidos que ni se sacian ni vienen a ser cosa de más fuste que el satisfacer placeres.
Ay que meso mis cabellos, y mis vestiduras rasgo, y quiero arrancar de cuajo del alma mía algún arraigo que me mantiene prendida, aferrada como a clavo ardiente que me lastima y que me quema las manos por no querer desprenderme de mi yo que no es ni mío y quizás ni me concierne.
Ay que sufro y que no encuentro los motivos del que arrienda sus ganancias a quimeras y que pierde sus posibles entregado a sinsabores que en bien ninguno revierte y rinden sólo tributo a pequeñez y a crecerse un poco más cada día en las razones más febles.
Ay que sufro y que me duele que me duela tanto el alma por sentirse presa ella de un cuerpo que ni la entiende ni comprende la medida de lo eterno que se cierne más allá de donde alcanza un entendimiento endeble que no sabe qué le aguarda cuando alcance a ser qué debe.
Nota: Es una coplilla, que me gustan a mí las coplillas.
Aquí os dejo más.
http://valentina-lujan.es/F/Coplillasindice.pdf
anónimo
2 mayo, 2013UuUuUuUuUuUuUu, Yujuuuuuuuu!!!
Que va la luna menguando! ole, ole!
Que hay unas nubes de escándalo! ole, ole!
que me gustan sus coplillas
porque en ellas se retrata
que cuando frunce usté el ceño
me traspasa con su espada
cuando dice que no puede
buscar su risa esmeralda
Yo me invento que es la luna
que la semana pasada
volvió a mostrarnos su fuerza
parcialmente obnubilada
Somos luna, somos agua
y el fuego del corazón
a veces nos quema el alma
El sufrimiento es el humo
pero soplando se pasa.
Salva Sea La Parte
2 mayo, 2013¿Que el reloj no «pare»?
Pues tiene hijos-horas, nietos-minutos, y biznietos-segundos, además de varios primos: medias, cuartos, etc.
Perdonad mi triste aliño literario pero he estado retirada un tiempo, esperando que pasen las horas en lugar de ir a perseguirlas.
-¡Allá van las trece; vienen un poco retrasadas!
– ¡Ahí vienen las veinticuatro cargada de espaldas la pobre!
Etc.
Me ha dado tiempo para todo. Qué alegría.
Icono-Plasta
2 mayo, 2013Afro-dita, me ha encantado tu representación a la griega. Es que el mundo es una tragedia financiera entrando por el «Pireo» (Un puerto muy chalado)
Ya lo decían los antiguos griegos: «Horas que no has de aprovechar, déjalas pasar, déjalas, déjalas»
Carmen
4 mayo, 2013Consumo y depresión, dos de los parámetros más significativos de nuestro modelo social, por cierto en crisis, en una crisis donde se está aprendiendo poco.
Por una parte parece que la salida de la misma apunta a que sea necesario recuperar el consumo y volver a lo anterior, esto es, a la resignación, resignación que lleva a la depresión y que también está en crisis.
Pero a lo mejor el punto de mira es otro. Aún estamos muy esclavizados de lo masculino en esta sociedad en la que impera la racionalidad a ultranza. Quizá debiéramos empezar a buscar otras cosas, a tener otras actitudes que nos saquen de esta resignación absurda para abrirnos a otros horizontes.
Si, como dice el Aventurero el tiempo está ligado a todo esto y a nuestra necesidad de trascendencia, me llama la atención que en casi ningún círculo se hable de evolución, de espíritu, de evolución espiritual, de búsqueda del alma…Vamos, no se habla de poesía.
¿No es ya el momento? ¿No es el punto de búsqueda de esa alegría profunda de la responsabilidad asumida? ¿Por qué no nos movemos?
Si dejáramos de estar abducidos por tantas patrañas seguramente el tiempo iría detrás de nosotros, sería cada uno el que impondría el ritmo y por tanto sería también más fácil subir y bajar los peldaños del camino.