Párrafo 20.7
20.7 «Los verdaderos científicos, los que persiguen realidades ocultas tras distancias infinitas, los que se introducen en las reacciones para formular leyes de lo hermético y lo misterioso, no practican esta doctrina, propia de intelectualismo de jefe de iglesia. Ingenieros, trajinadores de informática, médicos… se creen científicos porque utilizan métodos, fórmulas y sustancias que la Ciencia ha descubierto, y ante una identidad equivocada hacen afirmaciones axiomáticas, lo que niega su vinculación mental con la Ciencia, porque cualquier científico sabe que en la Ciencia la verdad de hoy es la mentira de mañana.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
No es de extrañar que una de las más grandes pasiones del ser humano, si no la que más, sea la de aprender. Hay un atractivo especial en el deseo de desentrañar los misterios que encierra la vida y el mundo que nos rodea. Lo vemos en los niños pequeños, que poseen ese permanente ansia de aprender. Hasta que un sistema educativo memorístico, repetitivo, aleccionador, mecánico, competitivo, etc…, aunque parezca que pretende acrecentarla, en realidad les anula esa pasión.
A pesar de ello, el estudio es una de las herramientas mágicas que todos portamos en ese oculto cofre genético de fabulosos artefactos inmateriales diseñados para que nos sirvan de ayuda en el proceso de crecimiento personal y social, y siempre, en cualquier época de nuestra vida podremos recuperarlo. El estudio es un arcano que, bien entendido, bien planteado, impulsa inevitablemente a la investigación, a la exploración, al descubrimiento, y como todo arcano, nos acerca emocionados al conocimiento de la realidad.
Es una actividad que tiene mil y una formas de llevarse a cabo, pero siempre es personal, parcial, progresiva, suele ser sistemática y es por tanto antiaxiomática y antidoctrinaria. Y, como hemos dicho, apasionada. Se dice que fue Arquímedes quien, estando en los baños, descubrió algo tan importante para él que, tal y como se encontraba, desnudo, salió a las calles de Siracusa gritando ¡Eureka! (¡Lo encontré!). Tal es el entusiasmo que despierta el verdadero descubrimiento científico.
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1 Comentario
Loli
14 diciembre, 2021No encuentro nada más parecido a la reacción de Arquímides, que la alegría y la risa de un niño ante lo que va descubriendo.
Las dos actitudes corresponden, seguramente, a la misma acción, la científica de verdad.
Ambas responden, seguramente también, a una actitud esencial, inscrita en nuestras células, la que nos lleva a querer leer en ese libro codificado, resguardado tras el geométrico velo expresamente tejido para ello.
Y resulta curioso comprobar que esa actitud científica, y los tesoros que suele revelar, se vea, para ello, precedida de una pasión lúdica, con todas las intenciones y los esfuerzos exentos de “objetivos”, concretos, prácticamente sin “direccionar”, con una actitud abierta a la aventura y no al deseo manipulado o secuestrado por intereses más o menos disfrazados.
Es entonces cuando parecen, no deshilacharse, sino dulcemente y sorpresivamente abrirse entramados, quizás cuidadosamente urdidos, para que desconocidas realidades vayan asomando, lanzando destellos, haciéndonos reír con ellos, animándonos a seguir mirando, sin “objetos” previos que enturbien la alegría por aventurarnos.
La Ciencia con mayúsculas, seguramente lo sabe muy bien, y los científicos, los de verdad, los que realmente “des-cubren cortinas de realidad”, los que luego ofrecen los resultados de su esfuerzo y sus aventuras desinteresadamente al mundo, también.