Párrafo 17.17

17.17 «¡Oh mundo de fraternidades pregonadas! Ejércitos de monos disfrazados de misteriosos comerciantes van vendiendo polvo angustiado de tablas rotas a precio de purísimos diamantes de Sirio.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Con este párrafo, el 17.17 comienza el decimoséptimo mensaje, o carta, titulada “La responsabilidad del discernimiento”. Los anteriores dieciséis párrafos constituían el prólogo a esta carta, llamado “La cárcel de los miedos”. Son pistas que ayudan a entender el significado de los versículos.

Aquello en lo que creemos, lo que apoyamos, lo que asumimos fervorosamente, empeñando alegremente quizá nuestra palabra y nuestra honra, lo hacemos en base a percepciones excesivamente limitadas y a planteamientos racionales que a veces sirven sobre todo como justificación y preservación de nuestro estado. Es por ello que también deberíamos reconocer la responsabilidad que tenemos cuando alguien o algo nos engaña. Puesto que no solo se falsea nuestro comportamiento, no sólo se retrasa y entorpece de forma indefinida nuestro encuentro con la autenticidad, sino que, al no ser capaces de desenmascarar la falacia en cuestión, estamos potenciando la posibilidad de que el engaño perdure y se extienda, le estamos dando alas y fortaleza.

En este párrafo se alude a la falsedad que se aprovecha de una supuesta fe compartida, de una fraternidad que solo existe de palabra. Lo “sagrado” entre comillas es aquí el ingrediente clave del engaño que limpiará nuestra angustiada conciencia. Aún hoy nos venden el polvo homeopático de las primeras Tablas de la Ley, del pacto sagrado del hombre con Yahvé, pretendido origen de toda verdad, de todo modelo ético y moral. Las tablas de piedra que, según el Éxodo, Moisés rompió cuando bajó del Monte Sinaí y vio a su pueblo adorar al becerro de oro.

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2 Comentarios

  1. Loli
    9 mayo, 2020

    Corren momentos propicios a justificar la división de la sensaciones.

    La necesidad de afianzarnos a lo que creemos apresado…aprendido.

    Tiempos de riegos ácidos en campos apenas bien arados, apenas aún sembrados.

    No queremos escuchar, ver ni oir, aquello en nos coloque en la tesitura del discernimiento.

    Son otros…los que aprovechan para terminar de acabar con la futura cosecha y mantener los campos yermos.

    Pero somos nosotros los que quizás estemos dando las herramientas que precisan para hacerlo.

    La falsedad, el engaño, se enseñorean en nuestra incertidumbre….escuchamos solo lo que deseamos para apaciguarla…aunque seamos conscientes de es eso…falsedad y máscaras tras las que se esconden…almas enfermas que prácticamente renuncian a sí mismas.

    La responsabilidad igual no es solo de ellas.

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  2. Panacea
    12 mayo, 2020

    Se puede decir que desde la Edad de Bronce, y no digamos la del Hierro, ha imperado en las culturas judía, cristiana e islámica la imagen de un dios combativo, vengativo y temible, no un dios universal dispuesto a facilitar la unicidad e integración con el todo desde la evolución y el amor; ha sido un legado tejido a lo largo de generaciones en donde el sedimento ha forjado un férreo convencionalismo y un cuerpo de doctrina basado en la emulación, el más puro conductismo y, sobre todo, miedo.

    Lo ya establecido como algo a aplaudir o desterrar es indiscutible, está ya aposentado y pocas veces se cuestiona; solo toca que prolifere y se perpetúe como verdad empírica, como fundamento del comportamiento. Serán los propagadores, los parlantes y los carismáticos los encargados de dar esa apariencia y de que parezca que algo cambia para que todo siga igual.

    Echarle la culpa al empedrado no resuelve pero sí tomar conciencia de las marañas que nos envuelven y cohabitan de forma permanente, a veces de forma velada, a veces de forma grosera. Y en todo este entramado no será lícito desterrarlo por principio, como reacción fundamentalista hija del modelo; habrá que matizar, habrá que discernir, habrá que equivocarse para ir poco a poco distinguiendo esos brillos que nos atraen con su luz y nos clarifican, para ascender y acercarnos cada vez más a los diamantes de Sirio.

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