Párrafo 13.18
«El destructor desprecia la repetición, la inmovilidad, la inoperante pasividad de la autocomplacencia. Shiva es tajante, incansable, y su fuerte risa conmueve cada cueva, las membranas de cada célula. Borra cada rodada de pensamiento, desbarata cada plan, rompe los recuerdos y se ayuda del ruido inaudible del choque de los astros, y levanta y borra vientos y pasiones, cabalga los silencios y provoca las tretas de los genios y los gandarbas. Porque Shiva desprecia la repetición, el adiestramiento y la inercia, e invita al continuo nacimiento.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
Shiva rompe inercias, rutinas, mueve nuestras profundidades, sacude aguas estancadas, oxigena lo pantanoso. Y por eso ríe, porque solo podemos llegar a la alegría aceptando, responsabilizándonos del mal. Al no ser así estaremos demediados como el vizconde que nos describe Italo Calvino: por un lado, un ser maligno, bestial y demoniaco, y por el otro lado un ser amorfo, bobo; porque el mal si no se integra con el bien se hace infernal, y el bien sin la levadura del mal, chapotea, ñoño, sin médula, sin capacidad.
Con su mancha azul Shiva nos devuelve amor, filtra y se queda con la amargura y las lágrimas.
Pero si Arturo, el rey, no se responsabiliza y acepta su parte oscura, ese temible «caballero negro», quedará para siempre prisionero durmiente en Avalón y su espada Excalibur hundida en el lago.
Merlín, Melquisedech, el mago, Melchor, encerrado en su cueva de cristal sin cumplir su misión y sin ayudar a nuestra evolución.
La diosa Eurínome, avergonzada de su cópula con la serpiente Ofión, la envía a lo profundo del infierno y la llama Muerte. A su sombra color de mora, a su parte oscura, la arroja lejos, al infierno profundo, y la denomina Hécate.
El rabino de la judería de Praga crea su parte oscura, demoníaca: el Golem. Lo pone a su servicio y acaba muriendo en sus manos.
El doctor Jeckyll no integra a Mr. Hyde.
Todos ellos no son integrados, adquieren una entidad propia, se enfrentan a su complemento y lo aniquilan.
En El castillo de diamantes, de José Manuel de Prada, Antonio Pérez —el secretario— reconoce y comprende la no integración de Teresa de Cepeda y la princesa de Éboli, anverso y reverso del mismo ser.
El mal, con el que no nos responsabilizamos, se convierte en una identidad poderosa: gran Leviathán, Moby-Dick, al que Shiva el destructor se lo traga y nos salva, y por eso ríe. Nos enseña la alegría, el poder de la risa, que solo lograremos asumiendo nuestra parte oscura color de mora, nuestra Hécate en los infiernos, porque como en la obra de Pinter, Regreso al hogar, deberemos hacer como la mujer: quedarnos con la familia, conviviendo en la ciénaga y asumir que somos como ellos, estamos en estado de larva y no sabemos nada más que reptar, porque ese es nuestro estado, y no evadirnos para asumir un paraíso inventado sin la valentía de reconocernos y aceptarnos, que es lo que nos pide Shiva, y así poder reír como él nos enseña, y así poder encontrar el amor, siempre único, siempre irrepetible, porque asumir la responsabilidad es redimir el pecado de omisión.
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3 Comentarios
Rafa
26 febrero, 2018«El demonio, es el mejor amigo de Dios «, dice Bergamín, porque despreciar la repetición y la inmovilidad, es dar sentido a la heroicidad del nacimiento, (que no nos pase nada, ademas de imposible es una situación de muerte permanente ) y la única manera de trascender nuestra naturaleza dual, como dice Nietszche, el amor está más allá del bien y el mal.
Porque desbaratar cada plan y romper los recuerdos, es adentrarse en la febril locura de D. Quijote.
La risa de Shiva, que conmueve cada cueva y la membrana de cada célula, es ayudarse del ruido inaudible de los astros, y saber que lo que existe en el universo exterior, es también lo que habita en nuestras células.
Curioso, lo que interpreta el aventurero en su acertado y brillante comentario.
Asumir y responsabilizrse del mal, no solo del propio, sino del de todos, pasados y futuros, vencer el miedo, encontrarse con el lado oscuro nuestro y de los demas, y asumirlo, (lo que constantemente hace Shiva al tragarse el veneno del mal), es alcanzar la verdadera alegría y la risa permanente.
Jugar a ser el destructor de las apariencias y de las tretas que nos preparan demonios y gandarbas en el juego de la vida.
Borrar cada rodada de pensamiento, es suprimir el ruido y cabalgar sobre el silencio,
porque como dijo alguien.
» El lenguaje nos diferencia y aleja de los animales, pero el silencio nos acerca a Dios».
Un abrazo
Mandrágora
26 febrero, 2018Precioso comentario del Aventurero y el de Rafa.
Olvidarse del pensamiento, de la parte racional, de los ruidos, ruidos que acompañan desde que se amanece, donde ya opera el intelecto, la planificación, la costumbre, lo llano, y empezar a obligarse a dimensionar el esfuerzo presente, la retícula pequeña, la acción que nos convoca a otra dimensión. Pero la incertidumbre y el miedo opera, y no te ríes, sufres. ¿Por qué? Porque sigue manteniéndose en pie el pasado; porque la estanqueidad de lo dual no permite salir del juicio, de la impostura, la equivocación. Equivocación, asunción, lección aprendida, libertad conquistada, esfuerzo todo ello que sí podrá llevar a la risa, a la risa de un nuevo estado donde el miedo y el temor a perder se van desvaneciendo un poco más y los sentidos empiezan a dominar un poco menos.
loli
1 marzo, 2018Si, interesantísimos, preciosos….e inquietantes los comentarios, sobre todo el de Aventurero, exponiéndonos algo que en cierto modo, tengo la impresión de que no tenemos, en general, muy localizado.
Tengo la impresión de que asociamos nuestros miedos, nuestras carencias y con ellas los vicios asociados como mecanismos de defensa, con ese «lado oscuro» del que se habla más arriba, con ese «caballero negro» que configura el que nosotros consideramos el lado más negativo de nuestros personalidad, y que creemos mantener dentro de nuestra consciencia…somos «conscientes» de esas carencias.
Es solo una percepción.
Pero también intuyo de que quizás, el creernos más o menos cercanos a lo que produce y provoca esos miedos, y el asumir que de algún modo las características de nuestra personalidad responden a mecanismos para compensar esas carencias, no es más la «punta del iceberg», sin no todavía menos, de lo que realmente supone ese lado desconocido, relegado por la Diosa a lo más profundo de los abismos, no solo a él, sino también a su «sombra», y que cada ser humano, quizás, asume el compromiso de «redimir»….»volver al amor»….(esto último es una muy simplista especulación, lo sé)…, aún sabiendo que para ello, no bastará con racionalizar las tímidas proyecciones que se manifiesten en nuestro incipiente «neocórtex», sino que habrá que ahondar más.
Esa «noche oscura del alma»….ese lado que no podremos controlar, domar, adaptar mediante la razón, sino al revés, quizás proveer a ese «caballero negro» de más armas bajo las que dominar él…
Ese lado que sabemos está, pero al que nos da miedo acceder, porque no el raciocinio el que podrá resolverlo, transformarlo, alumbrar….es el valor, el deseo de transformación de algo aterrador y desconocido que, sin embargo, en el fondo de nosotros sabemos que es, seguramente, la causa fundamental de nuestro nacimiento.
Es energético, y asumirlo primero, y tratar de transformarlo también, es un trabajo de energías….de trabajar al amparo de la fe…de, finalmente, buscar la Fuerza del Amor…aunque al principio solo sea un fonema que reverbera «demasiado manido» en nuestro cerebro…
Asumir ese lado que aparenta «terrible», escondido en lo más profundo de nuestro «inconsciente», imposible de adjudicar origen o explicación…pero que forma parte de nosotros, y está ahí para ser transformado….es un trabajo heroico…no es cualquier cosa.