Párrafo 13.13

13.13.»Si se describiera gráficamenta la curva de un pranayama desde el nacimiento hasta la cúspide del deseo, es el reino de Brahma, las potestades de Vishnú se mueven en el espacio de las apariencias analógicas que llegan hasta la muerte, y en el medio oculto de los sueños, entre el nacimiento y la muerte, está el territorio de Shiva. Es inútil enfrentarse a Shiva porque él no es el enemigo, es sólo el sacrificio, el oficio sacro, y pretende derribar el muro de la estabilidad, diluir la memoria pasiva y anunciar sucesivas encarnaciones que faciliten la transparencia de esa catedral que es el cuerpo para que en él se manifieste cada vez más diáfano el principio activo de la conciencia real, el principio del primer número, el yo trinitario.»

COMENTARIO DE EL AVENTURERO

Nacimiento y muerte. Contradicciones inventadas: todos sabemos que no existiría la una sin la otra, pero no sabemos sobré qué terreno gira esta rueda. Tal vez, si pudiéramos percibirlas de forma simultánea, nos daríamos cuenta de que no son más que las dos caras de una misma moneda que rueda por un terreno desconocido. Como eso es muy difícil, nos contentamos con querer tener una certeza, y dudar, querer estar activos y sentir pereza, querer obtener algo y manipularlo todo para que suceda, querer estar seguros y luchar contra la inseguridad, buscar el éxito teniendo presente constantemente el fracaso, querer que nada cambie y sentirnos inestables. En fin, queremos no contradecirnos y eso nos hace contradictorios. Nos aferramos a una cara de la moneda y simultáneamente, aparece la otra. Pero lo cierto es que nacemos y morimos. Inspiramos y expiramos.

Nacemos y morimos con cada respiración: inspirados, recogemos todo el impulso creativo de Brahma con toda la fuerza creativa de un poeta, deseando llegar a la cúspide. Expiramos, y se ve plasmada nuestra obra. Pero es inútil detenerse demasiado tiempo para contemplarla. Vishnú conserva las cosas justo lo necesario. Pero nosotros subimos y bajamos la montaña constantemente tratando de repetir lo mismo de antes. Pero ni siquiera el bueno de Sísifo estaba condenado realmente. Era pura apariencia. Si la vida, en realidad, no tiene nada de castigo, la muerte tampoco (¿o es que queremos contradecirnos de nuevo?). Si prestáramos atención a ese diminuto instante en el que muere la expiración y nace una nueva inspiración, tal vez entonces la muerte no sería nuestra enemiga. Y tal vez entonces, la contradicción, tampoco. Y la enfermedad se afrontaría con firmeza, la duda con ductilidad, la pereza con la aventura, el deseo sería pura armonía y la inseguridad, comunicación, el fracaso desparecería con velocidad y la inestabilidad, que tanto miedo nos da, se tornaría conciencia. Porque todo nace y muere pero, por encima de eso, está la conciencia: de un yo que se sabe vivo y muerto y que, a partir de eso, es capaz de encontrar aquello que le sostiene. Claridad en la catedral de cuerpo. Inmediatez en la existencia. Porque el primer número, el uno, no es una unidad sin más, un punto, ni una dualidad como una línea entre dos puntos, sino una trinidad.
Igual no sabemos qué es esa trinidad, lo que sí sabemos es que de la contradicción, sin más, no se puede salir por mucho que uno luche contra los elementos, por mucho que dure nuestra vida. Aunque pase el tiempo.

Tal vez por eso decía el filósofo: “Quien no sabe vivir a tiempo, no sabe morir a tiempo” Añade a tu lista

12 Comentarios

  1. loli
    22 enero, 2018

    La necesidad de la risa, la relativización de los deseos convertidos en necesidades, en angustias y en miedos, la humildad que requiere el acercamiento a los demás, esa búsqueda de la comunicación que nos arranque del ego tirano….la fe…

    Es todo lo que soy capaz de escribir, en estos momentos, y como excusa, para agradecerte, Aventurero, tu comentario.

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    • El Aventurero
      24 enero, 2018

      Gracias a ti por leerlo!

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  2. Ana
    22 enero, 2018

    Entiendo que la manifestación de ese yo trinitario significaría concienciar la esencia de esas tres grandes manifestaciones divinas que juegan equilibradamente dentro de nuestra propia estructura existencial.
    Brahma, el espíritu de la creación, nos recuerda que tenemos una estructura a conquistar. Frente a los animales, que utilizan el cien por cien de su capacidad neuronal, el hombre tiene muchísima más capacidad de aquella que ha desarrollado. Por lo tanto es un ser que no está a expensas de la evolución, de la adaptación a un medio, sino a expensas de la creación.
    Bajo la falda energética de Vishnú, el espíritu conservador, del aposentamiento de las cosas, encontramos las reacciones que nos hacen tener determinados principios morales, éticos y sensitivos que tienen que ver con la toma de referentes concretos y permanentes que nos hagan tener consciencia de lo que hemos ido asumiendo. Primero hay que asentarse, tener una plataforma de conservación suficiente como para transformarse sin tener la posibilidad de retroceder. Y cuando estemos dispuestos, llamamos a Shiva.
    Con sus tres ojos que miran al pasado, presente y futuro, Shiva nos recuerda que tenemos todo el tiempo del mundo para la transformación.
    Para potenciar una posibilidad de unión de estas tres grandes reacciones energéticas en nuestro crisol, en la catedral que es nuestro cuerpo, tendríamos que tener una necesidad sensitivo- sensorial, psicológica y energética de dar impulsos que no tengan que ver sólo con la razón sino con ese espíritu de aventura que nos ayude a fusionar nuestra estructura material con nuestra estructura energética.

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    • El Aventurero
      24 enero, 2018

      Me parece muy interesante esa asociación que haces de Vishnú y la ética. ¿Quieres decir que asimilamos lo que hemos hecho a partir de razonarlo, tomando consciencia del Bien y del Mal? En este sentido, Shiva vendría a destruir nuestros parámetros entre lo bueno y lo malo. Sería un impulso que rompiera con esa dualidad ¿no?

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  3. Alicia/Afrodita
    23 enero, 2018

    Visto así, como me hago la ilusión de entenderlo en el texto ―”sucesivas encarnaciones que faciliten la transparencia de esa catedral que es el cuerpo”. Que siempre desconfío, por cierto, de mis interpretaciones (y, bueno, de las ajenas), sospechando que qué se interpreta va con mucha frecuencia ligado a qué se tiene predisposición a interpretar y es, por tanto, dependiente del deseo de que las cuentas cuadren―, y contrastando ese qué creo entender con el comentario de el Aventurero, me atrevo a deducir que el nacer y el morir no son (por decirlo de algún modo muy llano) hechos extremos e irreversibles que impliquen que para dar el paso siguiente haya, pues eso, que morirse en el sentido tradicional y convencional de la palabra.
    Siempre he detestado la tradicional y convencional idea de “reencarnación” bastante aceptada por creyentes ―no importa demasiado de en qué religiones― que se hacen la ilusión o fantasean con que si en la vida actual que están viviendo son Fulano de Tal y están siendo pobres o desdichados, a la próxima, cuando sean Menganito de Tal, serán ricos y felices.
    Así, como el Aventurero lo expone, en cada inspiración-expiración en cada instante, sí me gusta y sí lo comparto.
    Pero vuelve a asaltarme la duda ―puñetera que es una― de si la interpretación que hago de qué dice el Aventurero (e incluso de qué dice el texto que da lugar a su reflexión) no estará dependiendo de mi predisposición a compartir y creer justo aquello en lo que quiero creer.

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  4. Rafa
    23 enero, 2018

    Es bastante dificil, acercarse al término Conciencia Real, pero de manera básica podemos decir que, es una propiedad del espíritu, que permite al hombre reconocerse en toda su dimensión, con sus atributos esenciales, divinidad y humanidad.

    Los cristianos enuncian lo Trinitario como Padre ( naturaleza divina ), Hijo (naturaleza humana ) y Espíritu santo ( la naturaleza divina del padre en el hijo ) ; entendiendo que estos tres principios están en nosotros simultaneamente, conformariamos en nuestras acciones el primer número, ( el tres), englobado en la unidad.

    Las contradicciones del pensamiento, son necesarias y hasta deseables (no hay nada mas tosco que un individuo que no cambia nunca de ideas ).

    Otra cosa son las contradicciones entre lo que se piensa y lo que se siente, esas tenemos la obligación de deshacerlas.

    Porque los sentimientos, se manifiestan desde el astral a través del universo de los sueños, y tienen que ver con el sacramento ( como el yoga ). pero en la vigilia tenemos el deber de dar paso a Shiva, y ofrecernos en sacrificio, para que todas las memorias pasivas que se renuevan durante el pacto, no volvamos a reproducirlas.

    Vamos para que todas las tonterias que hacemos durante el día, se diluyan, aunque al día siguiente hagamos otras, pero serán distintas, porque nosotros ya seremos seres difrentes.

    Un abrazo

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  5. loli
    24 enero, 2018

    Gracias a tu comentario del texto, Aventurero, reconozco, mucho más claramente, la importancia, envergadura y trascendencia del “arte”.

    Es el reflejo más verdadero de la realidad, la inspiración (¡ay, musas del aire!) que recoge, a veces, quizás la mayoría, el misterio oculto tras la apariencia, escapa a las trampas de la razón, y establece su comunicación natural con las “fronteras” de la sensorialidad…

    ¿Esa es la inspiración “creativa”, entonces, la que llegando desde fronteras que lindan con esos territorios de nuestro límbico, es capaz de recoger las nuevas formas, los nuevos mensajes, los nuevos materiales, que mantengan viva la posibilidad de las “nuevas creaciones”?.

    ¿Plasmada…como en los lienzos de los verdaderos artistas, conscientes de que no están ahí para atrapar la realidad, porque eso sí que es “irrealizable”, es “irreal”, sino para recordarnos la verdad de lo que conforma, ayudarnos a reconocernos en esa verdad a través del lienzo, poesía, cante, baile, teatro….?.

    Ahora entiendo mejor cómo distinguir una “obra de arte” de lo que lo es, cómo un cuadro solo puede categorizarse de ese modo, si cada vez que lo contemplemos, lo vemos distinto, cómo una poesía, es tal, si al leerla otra vez, es distinta, es la primera vez que lo hacemos, cómo un “cante”, nos estremece, cuando cada vez que lo escuchamos nos recorre nuevos y distintos caminos…nunca es el mismo cuadro, nunca la misma poesía, nunca el “cantaor” nos despierta las entrañas con la “misma canción”.

    Por eso el teatro….donde pueden conjugarse en un espacio todas las artes, nunca puede ser la misma obra….es su magia…ni siquiera el tiempo es el mismo.

    En el teatro, las dimensiones, si es verdadero arte, si se persigue que lo sea…., esas dimensiones adquieren, creo, entonces, tintes, y hasta acercamientos inauditos a la verdadera realidad….

    Ahora entiendo mucho mejor, cómo es eso…”la actitud artística”, su búsqueda, el alimento que necesitamos, porque está en nuestra estructura más profunda, y del que carecemos, y estamos malnutridos por ello.

    Seguramente, quiero creer, que Sísifo….ya haya caído en la cuenta, a estas alturas.

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  6. Alicia/Afrodita
    24 enero, 2018

    Nota no para publicar.
    Ayer os envié un comentario que veo que no aparece. por más que discurro y lo releo no encuentro nada en él que sea reprobable; pienso si se habrá ido directamente al spam o que quizá no habéis actualizado.
    Os lo enviio de nuevo a continuación. Y si resulta repetido pues uno lo borráis.
    Saludos.

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  7. Alicia/Afrodita
    24 enero, 2018

    Visto así, como me hago la ilusión de entenderlo en el texto ―”sucesivas encarnaciones que faciliten la transparencia de esa catedral que es el cuerpo”. Que siempre desconfío, por cierto, de mis interpretaciones (y, bueno, de las ajenas), sospechando que qué se interpreta va con mucha frecuencia ligado a qué se tiene predisposición a interpretar y es, por tanto, dependiente del deseo de que las cuentas cuadren―, y contrastando ese qué creo entender con el comentario de el Aventurero, me atrevo a deducir que el nacer y el morir no son (por decirlo de algún modo muy llano) hechos extremos e irreversibles que impliquen que para dar el paso siguiente haya, pues eso, que morirse en el sentido tradicional y convencional de la palabra.
    Siempre he detestado la tradicional y convencional idea de “reencarnación” bastante aceptada por creyentes ―no importa demasiado de en qué religiones― que se hacen la ilusión o fantasean con que si en la vida actual que están viviendo son Fulano de Tal y están siendo pobres o desdichados, a la próxima, cuando sean Menganito de Tal, serán ricos y felices.
    Así, como el Aventurero lo expone, en cada inspiración-expiración en cada instante, sí me gusta y sí lo comparto.
    Pero vuelve a asaltarme la duda ―puñetera que es una― de si la interpretación que hago de qué dice el Aventurero (e incluso de qué dice el texto que da lugar a su reflexión) no estará dependiendo de mi predisposición a compartir y creer justo aquello en lo que quiero creer.

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  8. Tara Kirtan
    26 enero, 2018

    La Santísima Trinidad es más claro Agua.
    Dos moléculas de Hidrógeno y una de Oxígeno.
    Muy interesante tu artículo. Gracias

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  9. Rafa
    26 enero, 2018

    Cuando se hundieron las formas puras
    bajo el cri cri de las margaritas,
    comprendí que me habían asesinado.

    Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
    abrieron los toneles y los armarios,
    destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.

    Ya no me encontraron.
    ¿No me encontraron?
    No. No me encontraron.

    Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
    y que el mar recordó ¡de pronto!
    los nombres de todos sus ahogados.

    Federico Garcia Lorca

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  10. loli
    27 enero, 2018

    ¡Maravilloso Lorca!

    Gracias Rafa por acercarnos de nuevo a sus versos

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