Párrafo 12.34
12.34 «La palabra sánscrita chakra se podría traducir como rueda. Todas las culturas han usado como símbolo ese gran descubrimiento de la Humanidad, la utilizaron los egipcios, los sumerios, los chinos y hasta los pueblos mesoamericanos. Símbolos solares, orgánicos, mágicos, que representaron el giro de la rueda de la Ley. La llanta montada sobre los doce radios gira a un ritmo incesante y cambiante, ampliando y encogiendo su diámetro en una geometría que parece ocupar todos los espacios. Millones de ruedas que reposan sus ejes en la línea del tiempo. Millones de respiraciones arrítmicas se van cruzando en los puntos calientes y van rescatando destellos del destino, conectando los laboratorios bioquímicos visibles y las campanas vertebrales del bastón de Brahma con los distintos niveles de planos etéreos, hasta siete.»
COMENTARIO DE EL AVENTURERO
El circulo representa el infinito, pero también el vacío. Es un polígono regular cuyo número de aristas y vértices es infinito, y también cero. Una dualidad tan potente que solo puede ser propia de una geometría que vive en un espacio superior. Quizá este símbolo nos este hablando de la Ley, sí, esa que configura todos los planos de la Naturaleza, esa que se rompió hace mucho tiempo dando lugar a doce leyes. Porque el círculo sólo puede ser pensado desde un balance perfecto entre sus radios, han de crecer, decrecer, o mantenerse inalterados al unísono. Cualquier cambio asincrónico deshará la dualidad.
Cada respiración que hacemos se convierte en miles de millones de respiraciones celulares que se dan en todos los rincones de nuestro cuerpo, cada una a su tiempo, cuando tienen que darse. Marcan un ritmo que es, probablemente, un reflejo de una realidad superior que se escapa aún a nuestro consciente, pero que no obstante actúa. La gravedad dictaba, dicta, y dictará los renglones del cosmos, también cuando nos era desconocida.
Y es que todo este complejo entramado de respiraciones genera un flujo de energías que tienen encuentros en siete niveles, siete chakras, los puntos calientes. Estos encuentros devuelven a nuestro laboratorio bioquímico un puñado de posibilidades, configuran por lo tanto nuestro estado. Quizá, cuanta mayor entrega se produzca en estos encuentros se pueda hablar de un estado más cercano a lo esencial, a ese estado que trasciende nuestros miedos y se enfrenta cara a cara con la rueda de la Ley.
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2 Comentarios
Rafa
3 julio, 2017Solitario que recorres el camino hacia ti mismo, repara en que ese camino pasa por ti y tus siete demonios…
Solitario que recorres el camino de todo hombre creador, te quieres construir un dios con tus siete demonios.
(Nietzsche, “Así Habló Zaratustra”).
Un abrazo
loli
8 julio, 2017Una profesora me hizo notar que en el Génesis Dios no echa mano de la “creación”, hasta el momento de hacerlo con el Hombre.
Mientras tanto “dice” que se hagan las cosas: las Luminarias, la tierra, el Sol, la Luna, etc..
En algunas biblias de fuentes protestantes, se cambia la palabra “crear”, por la de “criar”.
¿Se cría, crece el Hombre a través de los encuentros que se propician en ese flujo de energías que, parece, configurado en el entramado de respiraciones del que habla El Aventurero?.
Si Heráclito comparaba el conocimiento con un círculo conformado por la ignorancia que crece, a la vez que nuestros descubrimientos de lo que pensamos es la realidad que nos rodea, y si además resulta que nosotros formamos parte de esa realidad “ignota”, que aumenta en su desarrollo….¿cómo podemos saber que estamos construyendo, o transformando algo?.
Seguramente por eso nos son necesarios siempre “sistemas de referencia”, para cualquier acto, acción, o impulso….algo sin lo cual, además, no podríamos vivir, y a lo mejor, ni sobrevivir.
Sin embargo, me resulta inquietante, desde mi ignorancia, por supuesto el que el mundo que posibilita y acuna la existencia del Hombre, y el Hombre mismo, provenga de una “ilusión”.
Claro que quizás aún estemos muy lejos de entender el misterio, y seguramente la grandeza, de esa “ilusión”.